Desestabilización.

Es propio de los mediocres presidentes que tenemos, que ante cualquier problema salgan a agitar que hay conspiraciones en su contra, producto de grupos que quieren "desestabilizar". Como si estuviésemos en la República de Weimar, azotados por dos grupos antagónicos que, en los extremos ideológicos, intentaran derribar el orden constitucional.
Pero esa "desestabilización" del sistema democrático, con marchas y contramarchas en las calles de Buenos Aires, es el resultado de años de permitir que cualquier grupúsculo pudiese cortar la circulación para demandar cualquier cosa, en nombre de sus "derechos". Así, vemos que hay "piquetes" oficialistas y opositores, y hasta Moyano sale a acusar a la "zurda loca". Ni Néstor Kirchner ni Cristina Fernández de Kirchner se preocuparon en lo más mínimo por desactivar pacíficamente a estos "movimientos sociales" que, encapuchados y con palos en las manos, toman las calles, impiden la circulación y hasta amenazan con tomar edificios estatales.
La "desestabilización" era una bandera que agitaba Raúl Alfonsín para denostar a todos sus opositores, a los que acusaba sin distingos de golpistas. A Fernando de la Rúa lo desestabilizaron la oposición justicialista, el "gran timonel" del conurbano y algunos medios masivos de comunicación, que irresponsablemente hicieron una intensa campaña para derribar a un gobierno legítimo y legal, aunque conducido por un personaje al que no voté.
Este gobierno se "desestabiliza" al olvidar deliberadamente su contrato social básico, el que está en la Constitución, que es el de preservar y garantizar el pleno goce de las libertades individuales y el derecho de propiedad. Se viene "desestabilizando" por su notoria corrupción, arbitrariedad e incapacidad. Se está socavando cada día su propia base electoral, con contínuos atropellos a la prensa, al poder judicial, al Congreso, a los organismos de control. Se está desestabilizando al agravar las causas que están multiplicando la pobreza, la indigencia y la inseguridad.
Quiero que Cristina Fernández de Kirchner termine su mandato y luego recorra los tribunales, al igual que su marido y sus ministros, después de tantas violaciones a la Constitución y a las leyes.

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