Por Ricardo López Göttig
En la relación tensa que viene sosteniendo el kirchnerismo con la República Oriental
del Uruguay, se pueden descubrir los cuestionamientos que un sector importante
de la política argentina siente hacia la antigua Banda Oriental, cuya
independencia se acepta a regañadientes.
Hay una corriente influyente de larga data en la historiografía
argentina, el llamado “revisionismo histórico”, que cuestiona la legitimidad del
nacimiento de la República Oriental
del Uruguay. Rodolfo Irazusta, por ejemplo, en 1930 escribió en el semanario La
Nueva República el artículo “La segregación de la Banda Oriental , máxima culpa
liberal”, en el que consideró a la independencia de Uruguay como una
“amputación”. De no haberse producido ese cercenamiento, según Irazusta, “los
poderes del Estado argentino serían más extensos e intensos y sus gobernantes
no estarían a la merced de una turba incontrastable formada con el desecho de
todos los pueblos del mundo”. Unos veinte años después, otro autor de la misma
corriente, Ernesto Palacio, utilizó el término “mutilación” en su difundida Historia de la Argentina. Ambos eran nacionalistas católicos y, como tales,
consideraban a la nación como un cuerpo –de ahí las metáforas- con un alma protegida
por la religión. La influencia de este pensamiento es posible advertirla desde
los años treinta en adelante en gran parte de las Fuerzas Armadas argentinas,
así como en reductos de la intelectualidad, en la Iglesia Católica y en los
sectores más “ortodoxos” del peronismo.
El kirchnerismo, en su afán por crear un nuevo relato histórico que le
brinde legitimidad, ha dado nuevos bríos al revisionismo histórico aunque sin
el contenido religioso. Por decreto presidencial, se creó en el 2011 el
Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel
Dorrego, formado por figuras de carácter mediático con pretensiones
intelectuales y algunos docentes universitarios con militancia en el partido
del gobierno. Es la usina que provee de discursos maniqueos, sin rigor
académico y fuera de contexto histórico al discurso oficial de Cristina
Fernández de Kirchner.
Una utilización irresponsable de
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