Una vez más, Putin a la reelección



Por Ricardo López Göttig


Era claro y evidente que Vladímir Putin anunciaría formalmente, tarde o temprano, que se presentaría para un nuevo período presidencial de seis años, es decir, hasta 2030. Su escenografía es siempre la de quien se nomina “a pesar suyo”, supuestamente motivado por intereses que superan sus deseos personales. En 2020, en plena pandemia, se hizo una puesta en escena en la Duma (parlamento ruso) y con la participación de gobernadores regionales, en la que se reformó la constitución de la Federación Rusa, para que el primer magistrado pudiese tener dos reelecciones consecutivas más, lo que le permitiría a Putin quedarse en el Kremlin hasta 2036.

A esto se añade que las elecciones se celebrarán en tres días consecutivos en marzo de 2024, en un país de enormes proporciones y que, por consiguiente, resulta muy difícil de fiscalizar la transparencia y limpieza del proceso. Y para que los ingenuos en Occidente sigan soñando que Rusia se trata de una democracia, con características plebiscitarias, es que tendrá otros tres competidores de fuerzas políticas que no le hacen sombra y que se han demostrado partidarias de la invasión a Ucrania, e incluso buscan exhibirse como más belicistas para que Putin pueda mostrarse como una figura moderadora y racional hacia afuera. La oposición en serio, la que se ha atrevido a señalar la corrupción sistémica, la violencia y censura, los problemas sociales y los sueños expansionistas, está en el exilio, en prisión o en los cementerios. La clave en estos comicios que serán amañados y bajo presión a la población, es tratar de calcular el índice real de concurrencia a las urnas, que siempre estará en el terreno de las conjeturas.

Si Rusia fuese un país marginal, o si no estuviera en guerra contra Ucrania desde hace casi dos años, podría pasar como una anécdota de un sistema que le falta transitar un extenso camino hacia la democratización, mientras mantiene una fachada de elecciones. Pero la Rusia de Vladímir Putin busca ser un modelo exportable, que gana adeptos en los extremos ideológicos de izquierda y derecha, populistas y secesionistas, y que además financia movimientos políticos que promueven la desintegración de la Unión Europea y la OTAN.

En este ajedrez planetario que estamos viviendo, Vladímir Putin ha ido ratificando paso a paso su proximidad con otros regímenes autoritarios, como la República Islámica de Irán, proveedor de drones para la guerra contra Ucrania, así como con la República Popular China, Corea del Norte, Venezuela, Cuba y Nicaragua, además de tener bajo su yugo a la Bielorrusia de Lukashenko. De modo que en marzo de 2024 no veremos sorpresas, y sí un recrudecimiento de la guerra para tratar de mostrar victorias militares en plena campaña plebiscitaria para refrendar a Putin, a la par que en Estados Unidos se dará inicio al complejísimo tiempo de las primarias en camino a las elecciones presidenciales del martes 5 de noviembre.


Columna en Radio Jai FM 96.3, 18 de diciembre de 2023.

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